Imposible dejar de escribir de Valparaíso, es que da para mucho, o al menos, para los temas que más nos urgen; comercio ambulante, seguridad, turismo, imágen ciudad, etc.

Quizá escribo un poco a destiempo, pero era bueno poder sopesar lo que ocurre, darle un poco de vueltas, antes de omitir una opinión.

Variados comentarios surgieron por el mural que se hizo en el Edificio de la Cooperativa Vitalicia, muchos a favor, otros en contra. Mi opinión personal, en contra, y aquí les doy mis motivos.

Desde hace mucho tiempo vemos como en la ciudad han proliferado una cantidad enorme de murales, graffitis, rayados, etc. Es importante señalar que cada uno de los que menciono, responde a técnicas y tiempos de elaboración muy distintas, siendo el primero, el de mayor calidad artística, dado por su proceso de creación, como por el mensaje que transmite.

Hasta acá, todo bien, el problema… la CANTIDAD de todas estás expresiones, el cuál ya termina siendo proporcional o igual al número de fachadas o cortinas que podemos encontrar en la ciudad. Ya es casi imposible encontrar en Valparaíso una fachada limpia, son excepciones, e imagino, que es solo gracias a la voluntad y persistencia de los dueños. 

Entonces que vemos; calles saturadas de cuanto color y forma imaginamos, haciendo imposible distinguir el mensaje o la técnica, lo que a mí parecer, termina siendo un desproposito. Bajo esta lógica, era necesario entonces el mural del Edificio de Cooperativa Vitalicia...No! Un edificio de arquitectura tan simple, donde su valor también radica en la limpieza de su fachada, solo termina siendo un daño. Aquí es donde debemos entender que no todo es susceptible a ser pintado bajo la lógica del mural. Hay lugares que por sus solas características ya son un valor y no necesitan más.

Siguiendo entonces con el análisis, ¿los murales nacen como una real intensión por parte de los dueños de las edificaciones de incentivar el arte? ¿O solo para evitar la molestia de que día a día aparezcan ininteligibles rayados?

Pareciera ser ahí que el mural nace como fianza, un acuerdo entre partes, donde el dueño de la fachada ofrece esta para que el artista haga su trabajo, sabiendo que de esta manera desaparecerán por un tiempo esos rayados sin consentimiento de nadie, ininteligibles, casi cancerígenos en la ciudad de Valpo.

No piensen ni vayan a entender que esto es una crítica mal intencionada hacia las y los artistas, reconozco el aporte que en algunos casos hacen a la ciudad, el problema y lo que necesitamos resolver de forma urgente, es cómo ordenamos el espacio público e identificamos sus características y potencialidades en virtud del uso que podemos darle, porque al final, estamos convirtiendo la ciudad en algo ininteligible y sobrecargado.