Crónicas de Medianoche: Las distorsionadas historias de los cumpleaños

Crónicas de Medianoche: Las distorsionadas historias de los cumpleaños

26 Abril 2024
Mientras escribo estas líneas el editor de esta columna prepara su fiesta de cumpleaños. No podré ir ya que viene mi hija de Santiago, pero por lo que se observa, será un evento con banda en vivo Dj y la mejor comilona de la zona. ¡Buena!
Ajenjo >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Me gusta celebrar mi cumpleaños. Me encanta que todos coman bien, queden raja de curados y disfruten el momento. Me siento bien apagando las velas y mirando como la manga bebe, baila, se ríe y se olvida de los malditos problemas en que nos tiene envuelto esta sociedad capitalista, donde sin dinero vales una callampa. En fin.

Mientras escribo estas líneas el editor de esta columna prepara su fiesta de cumpleaños. No podré ir ya que viene mi hija de Santiago, pero por lo que se observa, será un evento con banda en vivo Dj y la mejor comilona de la zona. ¡Buena!

El chileno y el porteño, especialmente, es amargado en su esencia. “No me gusta celebrar mi cumple. Prefiero pasar solo esa fecha y encerrarme en la pieza. No estoy para andar gastando plata”, son parte de los argumentos para evitar la confrontación con el tiempo, ese maldito tiempo que nos define como seres y que es el único dios vigente y actual.

He celebrado mi cumpleaños de diversas maneras. Mi gran sueño es arrendar una micro que salga de la Plaza Victoria con 45 locos arriba, camino al restorán Pollo Cumbión, en Santiago. Iremos degustando alcohol y drogas, como un pequeño aperitivo. Después almorzaremos esas grandes ollas con los manjares de ese local y nos volveremos a subir al bus. El retorno a Valpo será cuatico, escuchando a Charly, Calamaro, Sumo y Los Jaivas, mientras sigo repartiendo petacas y sustancias alucinógenas y estimulantes. Que quede constancia que sólo es un sueño. Un sueño y nada más.

Cuando me acuerdo de mis cumpleaños tengo ciertas lagunas mentales. Recuerdo uno en mi casa, emblemático, con el cantante bolerista Demian Rodríguez cantando en la mesa a todo pulmón “el cabrón de la Subida Ecuador”. Un amigo filósofo, junto con su socio, se bebieron casi 10 botellas de espumante que mi novia de la época me había regalado. Se fueron rodando hacia la Avenida Alemania, luego de dar un jugo potente.

Un cumpleaños loquísimo lo celebró el periodista René Cevasco en la casa de sus padres en Reñaca, hace más de veinte años. Tocaron grupos rockeros en vivo, con amplificación. Me puse a jugar con cuchillos con mi brother Leo Palacios, quien me terminó tajeando un dedo que me sangró toda la fiesta. El chocolate me salía como agua de la llave. Andaba con una polera del FPMR, que me había mandado a pintar. Menos mal que en esa época no existían celulares con cámaras.

Recuerdo el cumple de la Javi Luco en Peñalolen, donde salimos como botón de oro.

Los de Soda, en Concón, donde fácilmente podías salir con un tatuaje en la cara.

Los de Manuel Lema en Peñuelas, donde nuestros hijos aprendieron la importancia del vino en las fiestas chilenas y hacíamos unas excursiones terriblemente chambreados. Y pucha que la gozaban los cabros con las locuras que hacíamos. Fueron años maravillosos, todos arriba de un furgón escolar, camino a ese lago, ese lago que está seco, como la memoria de muchos.

Celebrar siempre es bueno. Y celebrar que uno pasó, un año más de vida, es de valientes.

Feliz cumpleaños a mi editor y que su fiesta sea todo un éxito.

Empezaré a planificar mi fiesta de cumple desde ahora. La cosa se viene capicúa. Cumpliré 55, una cifra respetable y habrá que tirar alguna casa por la ventana.

Pero con mesura, moderación, comedimiento y mucha compostura.

¡Donde la viste!


Ajenjo, otoño 2024

Etiquetas: