Humildad y Solidaridad en tiempos de pandemia

Humildad y Solidaridad en tiempos de pandemia

01 Julio 2020

Hoy, en plena pandemia, la humildad y la solidaridad como valores humanista (no como conceptos de marketing, no como slogan de campaña política) debieran ser los que nos hagan volver a mirarnos y preguntarnos, ¿qué sociedad queremos?

Marcelo Beltrand >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Por Marcelo Beltrand Opazo

No somos la medida de todas las cosas. 

Humildad, es un concepto que se refiere a la virtud de conocer las propias limitaciones y debilidades. Para Cervantes, la humildad era la base y el fundamento de todas las virtudes y que sin ella no hay alguna que lo sea.

Humildad, concepto manoseado y deslavado que ha servido para estigmatizar la pobreza, en contraposición de una actitud arrogante del patrón, actitud vista como virtud. La humildad como valor de clase, de las clases pobres, porque el patrón no es humilde, no puede ser humilde, porque ese es un valor de los otros, de los de abajo. La humildad no como base ni fundamento, la humildad como un estigma. 

“Estábamos preparados desde enero”; “Chile está mejor preparado para enfrentar esta situación que Italia”, dice el winner refiriéndose a la pandemia que vive el país. Lo dice con esa arrogancia fantasiosa e irreal que vulnera la cordura que se requiere y exige de una persona que dirige un país. Nuevamente vuelve a su bucle narrativo, empinado en su ego, una y otra vez, repite el discurso retórico vacío, apostando al efecto mediático, como si fuera el encargado de marketing de una empresa de productos menores y desechables.

Para el winner, todos no son todos, en su mundo, todos, son solo ellos. Su entorno, su círculo de confianza, su clase. Para quienes gobiernan, no existe la humildad para ellos, ya que ellos son la medida de todas las cosas. La arrogancia del que lo tiene todo. La arrogancia del que empinado en su ego, mira hacia abajo y solo puede ver a los suyos, a sus iguales, lo otros, bueno, son los otros.

Humildad en tiempos de pandemia, en tiempos de crisis, cuando en realidad, efectivamente, ningún país estaba preparado para enfrentar una crisis así, ni lo más desarrollados, ni los más adelantados, todos, de una u otra forma, ensayaron formas y cada uno, con sus propias realidades han hecho frente al momento, pero ninguno con la arrogancia de la fantasía del triunfalista.

Sin humildad, no puede haber solidaridad.

La solidaridad es ese valor en el que los seres humanos se encuentran, es un lugar de libertad, de entrega desinteresada. La solidaridad es la relación respetuosa entre personas diferentes pero iguales. La solidaridad exige humildad. La solidaridad nos impone los límites de nuestra propia realidad.

Pero cuando miramos, cuando nos miramos como sociedad vemos que el concepto de solidaridad, ese espacio de respeto se ha pervertido. Aún persiste en nuestra memoria las 27 horas de solidaridad de la Teletón en plena dictadura. Aún están esas imágenes que subvirtieron la necesidad y la discapacidad en un problema, no del Estado, no de la sociedad, sino que del que la padece, es decir, de cada individuo. A través de testimonios dramáticos, cargados de emotividad manipulatoria, el concepto fue agregado como rasgo identitario, y nos creímos solidarios, como si depositar dinero en un banco, o comprar productos que, supuestamente, aportaban a la causa, nos hacía más solidarios, limpiando, de alguna forma, la ausencia total de esta.

Hoy, en plena pandemia, la humildad y la solidaridad como valores humanista (no como conceptos de marketing, no como slogan de campaña política) debieran ser los que nos hagan volver a mirarnos y preguntarnos, ¿qué sociedad queremos?

Hoy, más que nunca, se requiere de toda la humildad posible, se necesita de toda la solidaridad que podamos como sociedad.

 

Foto: Huawei / Agencia Uno